Capítulo 9

Era un tonto. Cuando Rashara le ofreció la espada pensó que era una buena idea practicar con ella. Sin embargo, cuando la empuñó, todo lo vivido en Aguasdulces le vino a la mente de repente. No había superado lo del duelo con Brandon Stark y el pánico se apoderó de él. Estuvo a punto de morir aquel día… 

Su oponente lo hubiera matado de no ser porque Cat intervino. Lo único bueno que sacó de aquello fue perder la virginidad con su amada, aunque fuera mientras estaba bajo los efectos de la leche de la amapola. Buscó una hoja de menta y la masticó. Cat, siempre Cat. Ahora estaría preparándose para su boda con Brandon. Cuando se despidió de él reconoció que estaba un poco preocupada por cómo sería su matrimonio, puesto que su prometido era un desconocido, mientras que a Petyr lo conocía ya nueve años. Pero no fue lo suficientemente fuerte para oponerse a su compromiso. Familia, Deber, Honor. Cat era toda una Tully y nunca haría la contra a su padre. Lysa, por el contrario, no tuvo problema en declararle su amor y hasta en acostarse con él. Las hermanas jugaron con sus sentimientos, fue un muñeco en manos de las dos y ahora estaba desterrado en Los Dedos. Con Rashara creía haber olvidado sus malas experiencias en Aguasdulces, pero cuando se vio con la espada, los recuerdos se agolparon en su cabeza y le entró miedo. ¿Qué pensaría la chica? Se había ido de allí corriendo como un cobarde y sin darle explicaciones y seguro que ella se las pediría. No tenía ni idea de qué excusa le iba a poner. En esos momentos no se le ocurría nada ni tampoco le apetecía pensar en ello. Se encerró en su habitación y volvió a intentar escribir la carta a Cat.

            Cogió un pergamino y escribió “Catelyn”. Después nada más. Tras media hora se dio por vencido. No había manera, las palabras se le resistían. Se tocó la cicatriz del pecho, el recuerdo permanente de su fracaso. Nunca iba a superar la humillante derrota que sufrió. Se recostó en la mesa, con la cabeza apoyada en los brazos y se quedó durmiendo. Soñó con Cat, que lo miraba con unos penetrantes ojos negros.