La comida se servía en un comedor decorado
con cabezas de ciervos y jabalíes, supuestamente cazados por su padre. Lord
Baelish ya estaba allí y no miró a Petyr cuando entró apresuradamente,
colocándose el jubón en su sitio. Tuvo que pasar antes por su habitación para
asearse y cambiarse después de haber estado toda la mañana en el bosque con
Rashara. La chica resultó ser una mina de información. Había viajado por muchos
sitios y hasta vivido en Desembarco del Rey. Su sueño era ir allí y convertirse
en alguien importante y respetado. Los Dedos era su hogar, pero eso no era
incompatible con el hecho de querer promocionarse socialmente. Si seguía
estudiando tal vez consiguiera algún tipo de trabajo en la administración de la
Corte.
Tomó
asiento y comió en silencio. Su padre seguía sin hablarle, pero ese día le dio
igual. Tenía la cabeza llena de todas las historias que Rashara le había
contado. Era una chica excepcional y se podría decir que la envidiaba. Su
independencia y su valentía para enfrentarse a todos los obstáculos que la vida
le había ido poniendo fueron una especie de inspiración para él. Analizando los
años en Aguasdulces se dio cuenta de que apenas había hecho nada. Todo se
resumía en jugar, hacer travesuras y, por último, enamorarse de Cat y ser
expulsado. Si no hubiera ocurrido lo del duelo seguiría allí y lo más probable
es que no hubiera prosperado ni salido de la Región de los Ríos jamás. Rashara
le hizo ver que se podía sacar partido de cosas que en principio parecían
malas. «Cada uno tenemos la capacidad de
convertir las circunstancias adversas en favorables si sabemos cómo hacerlo»
le había dicho. Petyr siempre había presumido de ser un experto en salir
victorioso de todo hasta que ocurrió lo de Cat. Cuando partió de Aguasdulces
juró convertirse en un maestro de la impostura, pero al llegar a Los Dedos el
pesimismo se había apoderado de él. Conocer a Rashara era lo mejor que le había
pasado desde su vuelta a casa.
Al
día siguiente esperó a la chica en la puerta de los establos a la hora
establecida por ambos. Ella no apareció por allí. Preguntó a uno de los mozos,
pero no sabía nada. Le dijeron en la herrería que a veces salía a pasear a los
perros de caza si no había mucho trabajo en las cuadras. A Petyr le extrañó que
lo dejara plantado. La vio muy interesada en que la enseñara a leer y a
escribir. Estaba decepcionado. La verdad era que le apetecía mucho tenerla como
alumna, ser su maestro le hacía verse como alguien útil.
Cabizbajo,
volvió a su habitación para estudiar. No se concentraba. Estaba preocupado por
Rashara. ¿Y se la habían atacado en el bosque? Aunque era una muchacha muy
resuelta no podría vencer a un grupo de hombres. Se asomó a la ventana y
entonces la vio cruzar el patio en dirección a los establos. No llevaba los
perros, sino un saco con heno. «¡Rashara! ¿dónde estabas?», gritó Petyr desde
lo alto. Ella no lo oyó y siguió su camino. Bajó a la carrera y entró en la
cuadra. Rashara estaba echando el heno en los comederos. Su gesto era serio. «Hola, te he llamado antes… ¿Por qué no has venido esta mañana a la cita?
Pensaba que estabas muy ilusionada por aprender.» La muchacha seguía con su
labor, haciendo como que no había nadie allí. Petyr estaba indignado. ¿Cómo se
atrevía un mozo de cuadras a obviar su presencia? «Oye, te exijo que me
contestes. Eres tú la que quería leer y escribir», dijo agarrándola del brazo.
Rashara se deshizo de la mano de Petyr con un movimiento brusco. «Mi señor, si
queréis una yegua o un caballo para salir a pasear, decídmelo y os atenderé
gustosa.» Él notó que le temblaba la voz. «Rashara ¿qué te pasa? No deseaba
hacerte daño ni ofenderte. Y no me trates de vos, por favor.» La chica empezó a
llorar. «Es mi madre. Me ha prohibido que tenga ningún contacto contigo más
allá del estrictamente formal entre un señor y su sirviente.» Petyr no sabía
qué pensar. Recordó cómo en Aguasdulces él era una especie de ser intermedio
entre los legítimos dueños de la casa y los criados. Como pupilo gozó de muchos
privilegios, pero eso no impidió que Lord Hoster Tully lo tratara como un
inferior al enterarse de que amaba a Catelyn. Ahora estaba en el otro lado y lo
peor era que la sirvienta prohibía a su hija tener tratos con él. Ni allá en
Aguasdulces ni en Los Dedos tenía opinión, todos decidían por él. Pero eso se
iba a acabar. «No quiero que te enfades con tu madre ni predisponerte en su
contra. De todo corazón deseo ayudarte en lo que quieres. Podemos establecer
unas citas a lo largo de la semana y vernos en algún sitio que no sepa nadie.»
A Rashara se le iluminaron los ojos, estaba feliz. Petyr sonrió al ver a la
chica con un gesto alegre en la cara. Eso le favorecía mucho. «Inventemos un
código», respondió ella. «Si me pides un caballo y te digo que tardaré en
prepararlo es porque no podemos vernos, ¿qué te parece?» «Estupendo. Y el lugar
ideal para las citas será el tocón donde haces tus ejercicios.» La miró solemne. «Entonces… tenemos un trato», dijo Petyr ofreciéndole la mano. Ella la apretó
con fuerza y rió.
Oh, qué bonito *_*
ResponderEliminarA ver qué pasa ahora con esta parejita, que ya se sabe que los secretos siempre se suelen desvelar e.e
Bueno, al menos han encontrado un medio para verse :)
EliminarOh lovely! Petyr who is angry and ask her why she wasn't at the date and why she doesn't talk with him and she cries! oh my...
ResponderEliminarAnd they have a deal! yeah! oh, well, I'm worried if they find them but boh, maybe they can learn many things by this secret meetings...
expecially Petyr that seems to start leaving a little Catelyin a part...
Waiting next chapter!!
Dora.
We will see... ;)
EliminarSabes? Me he echado a llorar. A veces uno hace sin querer lo que le han hecho a él. Me ha tocado el alma. Gracias con todo mi corazón.
ResponderEliminarCristina
A ti, guapa :)
EliminarQue buenos amigos, soy feliz de que Petyr ayude a Rashara, tiene que salir adelante pese a los obstáculos, hermoso capítulo amiga, gracias.
ResponderEliminarMe encanta esa naciente amistad.... lo que me molesta es la actitud de la madre....
ResponderEliminarBuen capítulo, sobre todo porque Rashara fue honesta...
Xim a Cuerda