Capítulo 21

La guerra seguía su curso sin que en Los Dedos se notara demasiado el efecto. Lord Elían empeoraba cada día a pesar de los cuidados del maestre. A Petyr le daba igual lo que ocurriera con su padre, nunca se preocupó por él cuando de niño estuvo en Aguasdulces ni a su regreso, así que le devolvía el desprecio sufrido durante años no visitando su lecho. Lo malo era que cuando su padre muriese, los demás señores de la región querrían apropiarse de la parte de los Baelish aduciendo que Petyr era menor de edad. Debía prepararse para lo peor.

Pronto llegaron noticias del conflicto que anunciaban un final a favor del Usurpador: tras varias victorias, Robert había asesinado a Rhaegar Targaryen en el Tridente y las fuerzas rebeldes marchaban hacia la capital. Por lo que sabía, el esposo de Catelyn seguía vivo. En su fuero interno deseaba que muriera igual que Brandon, pero seguro que aún quedaba algún hermano más para casarla. Según rezaba el lema no oficial de la casa norteña, siempre debía haber un Stark en Invernalia, por lo tanto, si Brandon y su padre habían muerto y Eddard estaba en la guerra, otro Stark estaría en la fortaleza de la familia. Cat seguía siendo inalcanzable. Por su parte, Lord Jon Arryn también se mantenía con vida, y eso que era bastante mayor que Lord Hoster Tully, su suegro, y ya no estaba para muchas batallas. Imposible pensar en reencontrarse con ninguna de las hermanas.

La situación de inestabilidad y peligro le hizo recordar la marcha de Rashara. Los caminos no eran seguros, ella estaba sola no se sabía dónde, a merced de ladrones, soldados desertores y cualquiera que tuviera hambre o instintos violentos. Nada se sabía de ella, ni siquiera Ryene había tenido noticias. La mujer andaba ojerosa y decaída. Petyr la comprendía, pero consideraba que Rashara había sido demasiado impulsiva yéndose de aquella forma. Para él fue una lección: los arrebatos no servían de nada, era mejor medir cada paso que diera para evitar pisar en falso. La echaba mucho de menos, era la única persona con la que podía hablar allí, en Los Dedos.

Por otra parte, seguía centrado en sus estudios. Empezaba a entender todo lo relacionado con los préstamos y los intereses. Además, investigó sobre los negocios más rentables en los que invertir, el control de las aduanas y los temas relacionados con el comercio. En cuanto su padre muriera, y si la guerra había terminado, se iría de Los Dedos para labrarse un futuro en un lugar más próspero. La guerra estaba en manos de Robert Baratheon y el Valle era un aliado, de modo que no sería difícil moverse por Poniente procediendo de uno de los lugares que apoyaban la causa del Usurpador.

La oportunidad se le presentó a los pocos meses. Elían Baelish murió semanas antes de que Aerys II fuera asesinado por un miembro de su guardia, el hijo mayor de Lord Twyin Lannister, lo que aceleró la coronación de Robert. Los señores de Los Dedos acudieron al funeral y daban ánimos a Petyr, pero él los veía como unos buitres acechando y esperó sus movimientos. Mientras aguardaban un tiempo prudencial para echar a Petyr, éste recibió una carta de Lysa desde el Nido de Águilas. Decía que no lo había olvidado y que tenía algo que ofrecerle. Le instaba a visitarla en el Valle antes de que ella se trasladara a Desembarco del Rey, puesto que Lord Jon Arryn había sido nombrado Mano del Rey. Ni planeándolo le hubiera salido todo tan bien. Dejó su viejo torreón en manos del maestre y del hombre de confianza de su padre y se marchó de allí. No iba a luchar mucho por aquel pedregal reseco e inútil, pero tampoco estaba dispuesto a perder lo poco que le pertenecía. Ya tenía diecisiete años y no era un niño iluso.