Capítulo 13

Petyr estaba preocupado por Rashara. Fue al establo para averiguar qué le ocurría. Allí estaba uno de los mozos, del que desconocía el nombre. El chico tenía la camisa manchada de sangre y se sujetaba la oreja derecha con un gesto de dolor. «Buenos días. Venía a preguntar si sabes qué le ocurre a Rashara.» El mozo lo miró con odio. «No lo sé, señor, pero es peligrosa. Me acaba de morder sin mediar palabra. Deberíais echarla de aquí, sólo crea problemas.» A Petyr no le cuadraba esa descripción, ella no era así. Era amable, juiciosa y trabajadora. Jamás había oído quejas sobre su comportamiento. De todas formas, lo mejor era hablar con la chica y que le explicara qué había ocurrido con el muchacho.

A pesar de que sabía que la madre de Rashara no quería que estuviera con él, fue a su casa. La vivienda estaba dentro del recinto, como las de otros trabajadores la fortaleza. La puerta estaba entreabierta, aun así llamó. «¿Hola, hay alguien?» Esperó un tiempo prudencial tras el cual apareció una mujer joven parecida a Rashara, aunque con arrugas alrededor de los ojos. Llevaba un bastidor en la mano. «Perdón, señor, no os había oído llamar. ¿Qué deseáis?» Dedujo que era la madre de Rashara. «No tiene importancia. Quería saber si vuestra hija está aquí. Me ha parecido verla venir para acá.» La mujer miró hacia el interior de la vivienda con preocupación. «Sí, no se encontraba bien y está descansando. Mañana recuperará el trabajo perdido. Por favor, no lo toméis en cuenta, es una muchacha muy hacendosa.» Petyr tranquilizó a la mujer. «No vengo a echarle un sermón, sólo a preguntarle si esta tarde podría ensillarme un caballo… Siempre que se haya recuperado, claro.» En ese instante apareció Rashara con los ojos rojos. «Disculpadme, señor, os acompañaré yo misma al establo para que elijáis el caballo que queréis montar.» La madre puso cara de desaprobación, pero asintió. «Ya estoy mejor, madre, no pasa nada.» La besó y salió en compañía de Petyr.

Caminaron en silencio. Petyr no sabía cómo empezar la conversación. «¿De verdad estás bien? No me gustaría que cayeras enferma por mi culpa.» Rashara le sonrió intentando aparentar tranquilidad, pero él veía en sus ojos algo que parecía miedo. «Dime qué ha pasado en el establo. Un mozo me ha dicho que le mordiste sin razón. Y eso no me lo creo. Cuéntame tu versión.» Ella se detuvo en seco. «Ese mozo se llama Arty y ha intentado propasarse conmigo. He sentido pánico. Pensaba que era capaz de defenderme, pero él es más fuerte y estaba dispuesto a…» No pudo continuar hablando porque empezó a llorar. Petyr no reprimió su deseo de consolarla y la rodeó con el brazo. Aunque ella era más alta, su delgadez la hacía pequeña. «No, por favor, aquí no… Mi madre…» El muchacho se apartó con cuidado. «¿Quieres que mi padre lo despida?» «No, lo evitaré estos días. Además, no creo que le queden muchas ganas de meterse conmigo tras comprobar que como carne humana, jajaja.» Pasó de las lágrimas a las risas al darse cuenta de lo que acababa de decir. Petyr rió con ella. «¡Casi le arrancas la oreja por lo que pude ver, jajaja! Sí que sabes defenderte, Rashara. Tú eres la que me ha enseñado a estar seguro de mí mismo, a ser fuerte. No seas débil, por favor, eres alguien muy importante en mi vida en estos momentos.« La muchacha bajó la cabeza. «Gracias, es un honor oír eso. Tú también eres… importante para mí.»