A los pocos meses ya controlaba el trabajo
como Consejero de la Moneda, parecía hecho para él. Su único papel era proveer
de dinero al rey Robert para sus dispendios: fiestas, cacerías, torneos… Nunca
le preguntaba de dónde salía; sólo lo pedía y lo gastaba como si apareciera por
arte de magia. Petyr había hecho auténticos juegos malabares para pedir
préstamos al Banco de Hierro de Braavos a un bajo interés. Llegaría un momento
en que las cuentas no cuadrarían, pero algo le decía que ya no estaría en el
cargo cuando eso ocurriera. Su destino era otro, uno más alto. Eso era algo muy
lejano, pero las experiencias le habían enseñado a ser muy paciente. Muchas
veces se quedaba mirando el Trono de Hierro y contaba sus espadas, una a una.
Decían que estaba hecho con mil, pero eso era mentira. Las había contado y no
había más de doscientas, cantidad nada desdeñable por otra parte.
En cierta ocasión en la
que contemplaba el trono, justo cuando acababa de tomar posesión de su cargo,
fue sorprendido por el Consejero de los Susurros, Lord Varys. Al principio le
infundía respeto. Recordaba que Rashara le había contado cuál era su papel en
el reino y eso lo hacía un hombre peligroso. Al poco tiempo fue conociéndolo
mejor y se percató de que era un rival a tener en cuenta, pero él supo ponerse
a su nivel. Mantenían una relación de cordial enemistad, en donde cada una de
las frases que se decían siempre tenía un doble sentido. Lord Varys le repetía
que estaba encantado de haber encontrado a alguien con una conversación
inteligente. Petyr no se dejaba deslumbrar por las alabanzas de La Araña. Siempre estaba alerta,
vigilando sus movimientos en la sombra y los de sus pajaritos.
El resto de personas de
la corte le traía sin cuidado: Robert era un borracho simpático; Cersei una
ambiciosa que odiaba a su marido; Jon un viejo algo suspicaz; el maestre Pycelle
un anciano que había conocido mejores tiempos. En cuanto a la Guardia Real, Ser
Barristan Selmy era la única persona íntegra para Petyr, mientras que a Ser
Jaime, hermano de la reina Cersei, le sobraba orgullo por todos lados. Sospechaba
que entre los hermanos había algo más que una relación fraternal. Era una información
sin confirmar, pero el tiempo le daría la razón, estaba seguro. Mientras tanto,
él trataba de pasar desapercibido. Lysa reclamaba su compañía muy a menudo las
primeras semanas, y Petyr siempre tenía alguna excusa para evitar la mayor
parte de los encuentros. Por su culpa estaba lejos de Rashara, de la que no
sabía nada por decisión propia. Estaba convencido de que ella no le había
perdonado lo ocurrido, su encarcelamiento y posterior abandono, aunque era lo
mejor para que ella pudiera seguir viva. Sin embargo, no manifestaba sus
sentimientos. Sonreía con aparente despreocupación, aceptaba los desafíos
dialécticos de Lord Varys y cumplía de vez en cuando con Lysa. Afortunadamente,
el último embarazo había dado como resultado un niño muerto y ella no estaba
muy alegre para relaciones íntimas.
Ese día era como los
demás, rutinario y aburrido: consejo real para hablar de lo de siempre y de
allí a su casa. Hacía días que una idea le rondaba la cabeza y decidió llevarla
a cabo. En Desembarco no podía desviar dinero de su trabajo a cuentas
personales con tanto descaro, así que decidió invertir en algún negocio. Tenía
ahorros de su época en Puerto Gaviota. Sabía que en la ciudad portuaria lo más
seguro eran las inversiones en asuntos comerciales, pero en la capital no. Una
frase de Robert mientras estaban reunidos le dio la idea. El rey, con la lengua
algo suelta por la bebida, había dicho que en Desembarco sobraban hombres a su
alrededor y faltaban mujeres sobre él. Todos rieron la ocurrencia y le dieron
la razón y a él se le iluminó la mente. Por la tarde visitó algunas casas de
mala fama de las que había en Desembarco y le parecieron deprimentes. Eran
pocas e insalubres. En cada una de ellas se le ofrecieron mujeres de aspecto
horrible, sacos de enfermedades venéreas de todo tipo. La clientela estaba al
nivel de las prostitutas. En el fondo estaba espantado con lo que veía, pero
pensó que era mejor invertir en mujeres que en barcos. Al menos ellas no se
hundían. De regreso fue rumiando sus proyectos de futuro: comprar los burdeles
de la ciudad y darles otra categoría. Estaba seguro de que su inversión sería
un éxito a pesar de que le asqueaba el tipo de negocio. Pero en Desembarco había
un grado de corrupción aún mayor que en Puerto Gaviota, así que su proyecto no
desentonaría con su cargo como Consejero de la Moneda.
Tras su periplo por los
barrios bajos de Desembarco, llegó a su casa. Nunca la llamaba hogar. Allí no
había nada que hiciera ese lugar acogedor. Era un reflejo de su nuevo yo:
correcto, pero frío. Sin embargo, cuando quería sentir que aún quedaba algo del
antiguo Petyr, iba hacia un armario que cerraba con llave, sacaba un pequeño
cofre y lo abría. Se pasaba horas contemplando lo que guardaba en él: unos
bocetos de su broche y un mechón de pelo oscuro.
FIN
Ohhh...!!!!!...realmente quiso a Rashara... y aunque se alejó por mantenerla a salvo, la extraña.
ResponderEliminarMe encanta!!!...
Xim a Cuerda
Y aquí tenemos ya al Petyr que todos conocemos. Quizás le queda aún ese puntito de crueldad que tanto le caracteriza ahora ;)
ResponderEliminarMagnifico.
ResponderEliminarI had to say it in my laungage. I love it, I loved the story and every chapter of it.
If Petyr's story was that, it would have been really wonderful, interesting, with love, sadness and also the other things.
I love it, really thankyou.
And the fact that you added some of his actual ideas, amazing, but... the final... that is perfect. I love it.
Thankyou again :)
Dora
Magnífico último capítulo. Ya empieza Petyr con sus conversaciones maravillosas con Varys y ha calado a todos los personajes a la primera. Me ha sorprendido que a Petyr no le gusten los lupanares, pero le dan mucho oro.
ResponderEliminarMe ha encantado toda la historia. Está genial.
Julia Stark
¡Gracias a todas! Mañana el epílogo, no os lo perdáis :) Aún no se ha dicho todo, jejejee...
ResponderEliminarAy ay ay aya ay aya ayyyyyy AAAAAAAAAAAAA. Qué me he muerto con este capítulo, se sale, y cómo lo colocas y cómo lo unes todo. Maravillada, absolutamente.
ResponderEliminarY sale Cerseiiiiiii, jajajaja y Hablan de Jaime y de lo de su posible idilio, qué buenoooooo, qué grande!!!!!! Chica, yo creo que se nota que me ha encantado. Mañana el epílogo ;)))))
Cristina.
PD: Lysa, caca de trucha.
ResponderEliminarAnda que la he dejado bonica en el fic, jajaja.
EliminarT-T que final, llegamos a ese punto, donde Petyr es meñique, que triste historia, bueno fue linda, pero su separación de Rashara es algo que no puedo superar, lo de Lysa ya quedó ahí, él jamás le pertenecerá por más que ella quiera, como mencionan la amo y fue feliz, queda ese hermoso recuerdo.
ResponderEliminarGracias por un hermoso fanfic Athena, un abrazo y espero Petyr logre esa ansiada felicidad de manera permanente, besotes.
Dios! Me lo he leído en dos días, primero la primera parte de esta historia en Riverrun y ahora este, te dije que cuando pudiese te dejaría un comentario y aquí estoy.
ResponderEliminarLuego me dicen que porque odio a Lysa, es que esa mujer es obsesiva! así no se puede ir por la vida.
Me da mucha pena Rashara, había conseguido que pudiéramos ver la mejor versión de Petyr y siempre por culpa de Lysa, por culpa de Lysa tiene ese amor/odio a Cat (amor porque la quiere y odio porque quiere cargarse al hombre que esta con ella) y ha dejado a Rashara
Ha estado genial ^^ capítulos cortos y fácil de leer. Fantástico de verdad, enhorabuena ^^
¡Madre mía, jajaja, qué empacho! Muchas gracias, guapa.
EliminarLo de Lysa es que es, uf... Vale que lo pasó mal, pero sabemos que lo suyo por Petyr es enfermizo.