Durante más de un año, Petyr trabajó en
las aduanas de Puerto Gaviota y su fama fue aumentando al mismo tiempo que las
riquezas del lugar. Manejaba el dinero con soltura y siempre disponía de
ciertas cantidades extra que guardaba para sí sin mermar los beneficios que
reportaban las aduanas. Los negocios ocultos eran lo más habitual en ese
ámbito, dragones de oro que iban y venían de unas manos a otras sin pasar por
los cauces legales. Así se enriqueció él y consiguió tener contentos a los
demás. Se sentía orgulloso de sí mismo cuando lo comparaban con Lord Tywin
Lannister por su manera prodigiosa de hacer aparecer dinero. Tenía dieciocho
años y no había hecho nada más que empezar su ascenso hacia la capital, su
objetivo final, con muy buen pie.
Era
temprano y ya estaba en su lugar de trabajo. Los legajos ocupaban su mesa, por
lo que comenzó a despacharlos para quitarse toda esa pesada burocracia de
encima. Observó que uno de ellos era una carta. Llevaba el sello con la media
luna y el halcón: el símbolo de Jon Arryn. Era un mensaje de Lysa, que le
escribía cada mes y a veces con más frecuencia. Lo abrió con desgana y se
dispuso a leerlo. Volvía a repetirle lo mucho que lo quería y echaba de menos,
lo asqueada que estaba de su matrimonio con Jon… Lo de siempre. En el penúltimo
párrafo le comunicaba que Catelyn había tenido una hermosa niña con el pelo
caoba y su nombre era Sansa. Después seguía lamentándose por un nuevo aborto
mientras que su hermana paría hijos sanos y fuertes. Llegado a ese punto, Petyr
soltó la carta y se quedó pensando en la hija de Cat. «Podría ser mía, mía y de Catelyn. Debe ser preciosa si se parece a su
madre. Cómo me gustaría verla…» Sintió una punzada de envidia por la
felicidad de su amada en el Norte. Él sabía que nunca tendría hijos porque no
concebía a otra madre para su descendencia que Cat.
Estuvo
toda la mañana atendiendo asuntos legales y las horas pasaron volando. Tras una
comida frugal, se retiró a su casa. Había comprado una vivienda sencilla pero
funcional. No necesitaba mucho para vivir. De hecho pasaba más tiempo fuera que
dentro, por lo que decidió hacerse con una construcción poco ostentosa. Lo que
empezaba a cuidar era su apariencia externa. Un buen disfraz empezaba
precisamente en el vestuario. ¿Qué quería él que vieran los demás? Un joven
seguro de sí mismo, comedido, pero poderoso. Sus ropajes mantenían una línea
austera, aunque siempre elegía los tejidos más ricos y caros. La intención era
mostrar que tenía dinero pero sin ser una persona derrochadora ni tampoco
pretenciosa, sino un buen administrador. No miraba a los demás por encima del
hombro, lo que no le impedía ser inamovible en sus decisiones. Siempre sonreía
y tenía una respuesta inteligente ante preguntas tontas o comentarios
maledicentes. No se implicaba directamente en nada, sino que hacía uso de
intermediarios. Su máxima “las manos siempre limpias” que ya usaba en
Aguasdulces para evitar ser castigado cuando Lysa y él hacían alguna trastada
lo aplicaba ahora a asuntos más serios.
Cuando
llegó a su hogar, se miró en un espejo de cobre pulido. No había crecido, pero
sí madurado. Se había dejado crecer la barbita que comenzó a nacerle en el
mentón después del duelo con Brandon Stark. Llevaba el pelo muy corto, con lo
que el mechón liso y blanco destacaba menos y la ausencia de rizos le daban un
aire adulto. A pesar de estar contento con su aspecto, algo faltaba… un
símbolo, un detalle único y personal. Decidió encargar un broche. ¿Qué diseño
elegir? Nada que tuviera que ver con Los Dedos o su apellido. Recordó al
pequeño sinsonte que cantó a modo de despedida justo en el momento en el que
abandonaba Aguasdulces. Él y el ave eran tan parecidos… Sí, un sinsonte, ese
pajarillo insignificante pero gran imitador era ideal. Salió de su casa y se dirigió
al taller de un orfebre de Puerto Gaviota, famoso por sus creaciones por
encargo.
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Fuente imagen: bee wa |
La
tienda y el taller estaban en el mismo edificio. No tenía escaparate, sólo un
pequeño cartel que indicaba que allí había un orfebre. Al entrar, sonó una
campanilla. No había nadie detrás del mostrador y esperó en silencio. Había
aprendido a ser paciente. Transcurridos unos minutos, una voz de viejo dijo
algo desde el interior del lugar y por fin su dueño se dejó ver. Se trataba de
un hombrecillo pequeño de piel oscura y ojos dorados, calvo y con una barba
desigual. Sus manos eran nudosas y a Petyr le resultó extraño que alguien con
los dedos tan deformados pudieran hacer trabajos tan finos como los que se
exponían en la tienda. «Buenos días, señor, ¿qué deseáis?» Hablaba de una forma
rara, con un acento que Petyr no supo situar. «Quería hacer un encargo, un
broche pequeño y sencillo.» «¿Tenéis ya una idea de lo que es?» «Sí, un
sinsonte.» El viejo no dijo nada. Tomó un pliego y anotó algo sobre él. «¡Alyn,
sal, necesito tu ayuda!» Se oyó ruido en el taller y unos pasos. Petyr estaba
pendiente de otra cosa en ese momento, observando algunos de los trabajos del
orfebre, que eran magníficos. «Aquí estoy, dime de qué se trata, Ollyan.» El
muchacho se volvió al oír esa voz tan familiar. ¡Era Rashara! La chica había
cambiado: llevaba el pelo más largo, recogido en un moño y vestía con ropas
femeninas. Estaba concentrada en el papel que el tal Ollyan le había pasado.
Petyr se acercó al mostrador y puso su mano sobre la de la muchacha, que la
retiró instintivamente y levantó la cabeza. Al encontrarse con sus ojos,
Rashara se quedó boquiabierta. «¿E-e-eres tú, Petyr?» El orfebre le dio un
codazo. «¿Qué son esas familiaridades con un cliente, Alyn?» La joven bajó la
mirada, pero Petyr salió en su defensa. «Por favor, no le riñáis. Nos conocemos
desde hace un tiempo y ha sido una agradable sorpresa encontrarla aquí.»
Rashara estaba callada y parecía confusa. Él continuó hablando. «Estuve muy
preocupado por ti, no me dijiste nada cuando te fuiste, Alyn.» Al decir su nombre, claramente falso, le guiñó un ojo. Ella
sonrió, confiada. «No podía quedarme», contestó con hilo de voz. «Pero ya ves
que estoy bien. Ollyan me ha enseñado a dibujar. Además le llevo las cuentas y
tomo nota de sus pedidos. Y todo gracias a ti y a tu amabilidad.» Petyr sintió
vergüenza. ¿Había sido él quién había hecho todo eso por una chica que trabajaba
de mozo de cuadras? En Puerto Gaviota había cambiado su manera de ser, no se
reconocía en esa descripción hasta que se reencontró con Rashara. «Me gustaría
que nos viéramos, si no te importa.» La muchacha asintió con timidez.
Está genial. La parte en la que le dice Lysa que ha nacido Sansa y lo que él piensa, me ha hecho recordar ciertas cosas que pasan después, más bien me han asustado XD
ResponderEliminarY por fin se han reencontrado Rashara y Petyr, bien. A ver que hacen ahora con Petyr transformandose en Don Baelysh
Sigue así
Julia Stark
Que sorpresivo y maravilloso encuentro.
ResponderEliminarYa desespero por leer el siguiente capítulo.
Xim a Cuerda
Este capítulo está formado por dos realmente. En principio acababa cuando decide ir al taller del orfebre, pero decidí unirlos para que no fuera otro capítulo de transición. Espero que haya gustado el resultado.
ResponderEliminarCapitulazo.
ResponderEliminarSin duda la parte que más me ha sorprendido y que menos me esperaba era ese reencuentro con Rashara. Me has dejado boquiabierta xD Ahora seguro que se la beneficia e____e
El motivo por el que elige el sinsonte como distintivo me encanta, y ese sentimiento posesivo por Cat con su hija me ha dado hasta miedito. Supongo que se debe a que sé lo que va a pasar en un futuro xD
No sé si habré acertado haciendo el reencuentro en el mismo capítulo, pero pensé que era mejor y no dejar tanto tiempo al lector en ascuas y leyendo capítulos de transición.
EliminarLo de Sansa es un guiñazo, claro. Me gusta poner cosas así ;) Y más siendo Satyr a muerte como soy, jajaja.
Oh good! Petyr is starting to become adult, to change himself and...
ResponderEliminarhe meets again Rashara! :D
Run to next chapter!!!
Dora
Ahhhhh apareció Rashara, estoy feliz, que encuentro tan maravilloso, espero ver que pasa ahora. Me gusta el cambio de Petyr. Saludos.
ResponderEliminarAy que ha nacido Sansita!!!!!!!!!!! Mi niña!!!!!! Y se ha comprado una casa y ha encargado el Sinsonte.... Y ha vuelto a ver a Rashara!!!!!! Me encanta, me encanta, me encanta. Voy a por el próximo ;)))))))))
ResponderEliminarCristina