AVISO

Este fic contiene especulación y recreación de hechos del pasado y mucha ficción. Todos los personajes y lugares pertenecen a G.R.R. Martin, excepto los creados por mí.

domingo, 12 de mayo de 2013

Capítulo 5


Había dejado la yegua atada a una cierta distancia. La verdad era que la chica del establo le había dado un buen animal. Aunque se molestó con ella al principio por cómo adivinó su falta de destreza, luego comprendió que lo único que pretendía era ayudarle. Tenía pensado agradecerle el gesto de alguna forma. En Los Dedos se sentía muy solo, casi como un paria. Los criados guardaban distancias y su padre no le hacía ningún caso. Durante las comidas no le dirigía la palabra y únicamente hablaban cuando Petyr le pedía un nuevo libro. Decidió ir al bosque a buscar la inspiración para la carta de Cat y los recuerdos inundaron su corazón. Verse en medio de la arboleda lo trasladó a los años pasados en Aguasdulces, sus escapadas con Lysa, los baños en el Tridente durante el verano y las travesuras de las hermanas Tully, como cuando le hicieron comer unos pasteles de barro y cayó enfermo.

            Miró a su alrededor buscando menta. Allí escaseaba, así que hizo acopio de un buen montón de hojas. Se echó unas cuantas a la boca y se tumbó sobre la hierba. Cerró los ojos y ante él apareció Cat, con el pelo caoba suelto, sonriéndole de forma seductora. Visualizó su rostro y después su cuerpo, imaginándola desnuda. Empezó a excitarse al unir esa imagen con su experiencia sexual con Lysa y su doncella de nieve. Las dos hermanas se mezclaban en su cabeza, eran muy parecidas, pero sólo amaba a Cat. Recordó el tacto de los pechos de Lysa, redondos y pequeños, con los pezones duros por la excitación. El corazón y la respiración se le aceleraron y bajó la mano por el pecho hasta la entrepierna, metiéndola por el calzón, palpando la rigidez de su sexo. Un ruido lo sobresaltó. Se levantó sintiéndose ridículo. Era la primera vez que hacía algo así, nunca antes se había tocado de esa forma… 

            Se incorporó y vio un caballo atado cerca de la yegua. ¿Quién sería? Por un momento sintió miedo. Los bosques de Los Dedos no eran tan seguros como los de Aguasdulces porque la protección se limitaba a la residencia de los Baelish. Él era sigiloso por experiencia, se acercaría sin que el recién llegado lo notara. Se aproximó al lugar sin hacer ruido. No se oía nada especial, pero pronto distinguió una figura adoptando extrañas posturas mientras empuñaba una espada. Cuando se acercó reconoció a Rashara. ¡Esa chica estaba en todos lados! «¡Hola! ¿Qué estás haciendo por aquí tú sola?» La muchacha abrió los ojos y adoptó la posición de guardia, buscando a quien había hablado con la mirada. Petyr alzó los brazos en señal de paz. «Oh, sois vos, no os oí llegar, mi señor.» Petyr sonrió. «Soy muy silencioso. Siento haberte asustado. Puedes continuar con lo que estabas haciendo.» Rashara no se movió, sino que se le quedó mirando con descaro. «De acuerdo. Vos también podéis seguir con lo vuestro. Si me disculpáis…» El muchacho se sonrojó. ¿Lo habría visto tocándose? «Prefiero ver lo que haces tú. Me resulta curioso tu ritual. ¿Puedo?» La chica se encogió de hombros, mostrando que estaba de acuerdo. Volvió a cerrar los ojos y siguió con sus ejercicios. Petyr estaba fascinado. En Aguasdulces nunca había tenido un maestro de esgrima y trató de entrenarse por su cuenta, fracasando en el intento. Aquello no era lo suyo y casi lo pagó con su vida. Se tocó la cicatriz inconscientemente al mismo tiempo que se echaba una hoja de menta a la boca. La muchacha se movía con agilidad y sujetaba la espada con destreza. Pasados unos diez minutos, abrió los ojos y fue a sentarse a su lado. «¿Habéis aprendido algo?» Petyr se sobresaltó ante lo directo de la pregunta. Rashara tenía los ojos muy oscuros, casi negros. No era guapa: la nariz era un poco aguileña y el rostro un poco anguloso, aunque el pelo corto le daba un aspecto atractivo. «¿Por qué llevas el pelo corto y vistes como un chico? ¿No deberías estar trabajando con las mujeres de la casa?» La muchacha le mantuvo la mirada. «¿No son muchas preguntas de golpe, mi señor?» El descaro de Rashara lo tenía confundido. Él era el hijo de Lord Baelish y ella un mozo de cuadras. Sin embargo agradecía el tono cálido y cercano con el que le hablaba. ¡Al fin tenía alguien con quien charlar! «Perdona… Es que hace tiempo que no mantengo una conversación con alguien de mi edad…» La muchacha sonrió. «No estaréis preguntando los años que tengo, ¿verdad? Eso nunca se le pregunta a una dama», dijo soltando una carcajada después. Petyr se puso colorado. «No era mi intención… Yo tengo casi dieciséis años y tú debes ser un poco mayor.» «De la edad de Cat», estuvo a punto de decir. A pesar de no nombrar a su amada, otra vez había metido la pata. ¿Qué le pasaba? Menuda torpeza. No se reconocía a sí mismo, era como si estuviera desentrenado en astucia, su especialidad. «No me importa deciros mi edad. Es más, sois mi señor y tenéis todo el derecho a preguntar lo que queráis. Tengo dieciocho años, llevo el pelo corto desde que era pequeña y hubo una plaga de piojos en una cuadra de caballos donde estaba trabajando.» Al decir esto tocó una bolsita de cuero que pendía de su cuello. «Y me visto de chico porque un vestido no es lo más cómodo para limpiar establos.» Petyr estaba entusiasmado. No había conocido más chicas que las hermanas Tully. Lysa era bastante alocada, pero no dejaba de ser una dama de alta cuna. Cat era de una rectitud intachable, digna de su condición social. Lo que no imaginaba es que existieran muchachas como Rashara, tan independientes y fascinantes. «Gracias por tu sinceridad. Me has alegrado el día y me gustaría compensarte de alguna forma. ¿Te gustaría dejar de ser mozo de cuadras?« La muchacha torció el gesto. «¿Qué os hace pensar que me desagrada? Me encantan los caballos.» Error de nuevo… «Está bien. Elige tú entonces lo que quieres que te dé.» Ella no tardó ni un segundo en responder, como si hubiera estado esperando el momento adecuado para hacer su petición. «Quiero que me enseñéis a leer y escribir.»

11 comentarios:

  1. Oh I LOVED this chapter! they talk again but in a different way! she is amazing, open, clear and Petyr, he's a lovely boy, and he seems starting to go on, finally.
    And Rashara who asks him to teach her to write and read! awesome :)
    Can't wait for the 6th!

    Dora.

    ResponderEliminar
  2. Ya sabía yo que me recordaba al primer fic... ¡a Petyr también le recuerda lo mismo! Jajaja. Y casi que se pone a investigar sobre cómo darse placer a sí mismo mientras recuerda. Vaya, vaya con Petyr xD

    Y bueno, a ver cómo se desarrollan esas clases de lectura y escritura ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estás siendo seducida por Petyr, ¿eh? Ya hasta te adelantas a sus pensamientos e.e

      Eliminar
    2. Una le conoce después de tantos años conviviendo juntos, jaja.

      Eliminar
    3. Oig, con eso de que eres Cat, qué bien lo conoces, jajaja.

      Eliminar
  3. Estos dos son más compatibles de lo que pareciera ^^jeje, me alegra saber que Petyr ya no estará tan solo , se merece vivir momentos de felicidad, lindo capi, gracias Athena.

    ResponderEliminar
  4. Ay que me muero! Que me gusta como coses las historias, como cuentas tanto con tan poco. Emocionada.

    Cristina.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias! Las musas estuvieron conmigo... Aunque escribir sobre Meñique me encanta :3

      Eliminar
  5. Wow...sigo impresionada con Rashara... me encanta!!!!!!!!!!...y amo como Petyr se fascina por ella...
    Que genial forma de relatar!!!....
    Xim a Cuerda

    ResponderEliminar